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Cuando las heridas no sanan

Cuando los niños pequeños se caen y se raspan sus rodillas, generalmente tienen a sus mamás cerca, listas para vendarles las heridas, y con un beso todo parece arreglarse. Los adolescentes que pasan el fin de semana sin un compromiso, pueden contar con amigos que llenen las horas de soledad. Y después del matrimonio, la mayoría de la gente encuentra alguna forma de enfrentar las heridas y frustraciones ocasionales de la vida adulta. Pero…, ¿qué de las heridas donde las vendas y las palabras de consuelo no pueden llegar? ¿Qué de las cicatrices emocionales que dejan profundas marcas en nosotros? ¿Qué hacemos con las heridas que simplemente se niegan a sanar?

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